A raíz de
los comentarios ofensivos de Chaderton que realizara este martes durante una
entrevista en el programa Zurda Konducta, de la emisora estatal Venezolana de
Televisión, en la que comparó el "sonido" que produce un tiro en una cabeza "escuálida"
(supuestamente las de la oposición) con una cabeza chavista.
marzo
16/2015
EL BLOG OPINA
La diplomacia es terreno para funcionarios con suficiente educación y recato, que sepan guardarse la lengua allí donde debe estar y no anden mostrando la clase con comentarios ramplones por demás. El Sr. Chaderton también ofende gratuitamente con la expresión de su rostro y talante, en la que muestra una soberbia enfermiza, un desprecio, una agresividad e intolerancia incalificable que superando la ofensa, provoca vergüenza ajena. Tome nota Sr. Embajador, si tiene oportunidad de leer estas lineas, sería injusto que el mundo juzgue a los venezolanos, tomando como referencia su persona y actitudes. Háganos ud. el favor, compórtese como le es menester, acorde con la moderación, imprescindible cualidad para sus funciones públicas, le quedaríamos eternamente agradecidos...
“Apreciado Roy:
Nos conocimos en la Facultad de Derecho de la UCV a finales de los años
sesenta e inclusive compartimos un estrecho cubículo, sin ventilación natural,
en espacios rancherizados de la “Casa que Vence las Sombras”, llamados entonces
“los tigritos”. Fue corta tu pasantía por el Instituto de Ciencias Penales ya
que pronto se abrió, en el año 69 -si mal no recuerdo- la posibilidad de
iniciar tu carrera diplomática, lejos del hermoso, pero oscuro derecho penal y
muy cerca de los abiertos espacios del mundo diplomático al que –entiendo-te
convocó el recordado Arístides Calvani, de quien fuiste apreciado discípulo en
la teoría y en la práctica socialcristiana.
Mis recuerdos son gratos de tan
duros tiempos que, apreciados a los lejos, lucen luminosos y preñados de ideales
por una Venezuela abierta democrática, igualitaria y justa.
Esas viejas imágenes se agolparon
en mi mente en forma estrepitosa cuando te oí, sin montaje alguno, pronunciando
con voz clara y pausada, en pose de embajador y con elegante vestimenta,
expresiones que solo por obra de algún artificio maligno podrían ser atribuidas
a un venezolano cabal, por lo demás formado en el pensamiento humanista
cristiano.
Un mal chiste, un ejercicio de
humor negro no puede ser explicación valedera. La burla tiene sus límites y no
puede llegar al desprecio por la condición humana en ningún caso, máxime ante
la realidad que vivimos y ante muertes tan cercanas de jóvenes cuyas madres no
pueden entender ninguna referencia que no sea de dolor, sentimiento y lágrimas por
una bala que atravesó la cabeza de sus hijos.
La división del país en escuálidos
y patriotas, entre venezolanos de verdad y traidores, entre revolucionarios y
apátridas no puede ser aceptada. No cabe tampoco explicar, justificar o
legitimar los atropellos a los derechos humanos por el hecho de tratarse de
disidentes que, no por ello, son una especie de criminales natos con
deformaciones cerebrales, que, como recordarás de tu pasantía por el Instituto
fue la tesis de Lombroso para explicar la condición del “hombre delincuente”.
No creo exagerar en lo más mínimo,
Roy, por lo que digo y pienso. Es el sentir de cualquier venezolano que capte
lo que tú dijiste, en ese momento, en ese auditorio, ante la mirada y en las
circunstancias que vive el país, que no son las de la sede de la Embajada de Venezuela en
Estados Unidos.
Después de tan infausta
declaración solo cabe, sin tratar de enmendar el entuerto con rebuscadas
explicaciones que nada aclaran, reconocer el grave error cometido, aunque ello
parezca ajeno a quienes detentan el poder.
La mayoría de los venezolanos no
hemos aprendido la lección del odio que algunos han querido inculcarnos. Por
encima de todo, a pesar de todo, nos reconocemos como hermanos y a pesar de las
diferencias, estamos dispuestos a compartir un país que se niega a la
exclusión, a la desigualdad y a la intolerancia.
Por supuesto, a pesar de mi
presunta especialidad, me niego a encuadrar tu dicho en un estrecho tipo penal.
El problema y el reproche es fundamentalmente ético y es materia de valores,
asignatura pendiente que no podremos arrastrar para siempre y que exige ser
reconstituida con una sanación verdadera que nos devuelva lo más hermoso del
ser venezolano”.
Alberto
Arteaga Sánchez
aas@arteagasanchez.com